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Había una vez…

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Luz Marina Vélez Jiménez

Son tres niñas en la barca,

pero insisten como cien,

aburridas de la calma,

piden un cuento a la vez;

contra una insistencia tanta,

¿qué otra cosa puedo hacer?

Lewis Carrol

 

Como dice Andrea Tagliapietra, devoramos libros, nos indigestamos de datos, masticamos otros idiomas, rumiamos proyectos, digerimos conceptos, asimilamos ideas. Nos bebemos las palabras de los narradores de historias y nunca nos hartamos de los cuentos.

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Los cuentos tienen un carácter universal, son herederos de los mitos, relatos de la vida psíquica; han sobrevivido hasta el presente porque son metáforas de la vida misma,¡son mágicos!

En esta profundidad aparece Perséfone ordenando las estaciones —entrando y saliendo del inframundo—, Caperucita Roja viviendo el horror real de llevar comida y ser comida, Alicia accediendo a un mundo nuevo bebiendo y comiendo recetas enigmáticas. Las tres, cada una a su manera, señalan una boca para entrar al mundo natural y sofisticado de Gasterea, la musa apócrifa de la Gastronomía.

Había una vez.._2

Buscando narcisos, Perséfone, hija de Deméter —la diosa de la agricultura—, sintió cómo a sus pies se abrió una grieta de la cual emergió Hades —dios del Tártaro—, quien llevándola consigo al inframundo la hizo su reina. Deméter, desesperada por el rapto de su hija, prohibió a los árboles dar fruto y a las semillas germinar. Sin saber que al comer el fruto de una granada estaría condenada a vivir en las profundidades, Perséfone exprimió sobre su boca siete granos de aquella. Mientras tanto, por la intermediación de Zeus, Hades acepta que Perséfone viva la mitad del año con su madre y la otra mitad con él. Lo que determina el esplendor de la tierra en primavera y verano, y su esterilidad en otoño e invierno.

Dirigiéndose al bosque, con la merienda para su abuelita, Caperucita Roja se encuentra con el lobo, quien engañándola le indica el camino más corto. Una vez llega a la casa de su abuela, el lobo —que había llegado primero—toma el lugar de esta e invita a Caperucita a acostarse a su lado; entre las sábanas, sorprendida, Caperucita exclama: “Abuelita ¡qué dientes tan grandes tienes!”. “Son para comerte mejor”, respondió el lobo,y abalanzándose sobre ella se la comió.

Tumbada en el jardín, Alicia observa un conejo y siguiéndolo cae en su madriguera .Allí bebe para encoger y come para crecer, conoce a una oruga que fuma, a un gato que aparece y desaparece, nada sobre sus propias lágrimas, tomael té con un sombrerero, una liebre y un lirón, juega croquet conuna reina de corazones, come sus tartas y luego despierta, nuevamente, en el jardín.

A través de metáforas de la alimentación —procesos de iniciación—, estas niñas viven en el inconsciente colectivo, revelan atemporalmente imágenes del alma humana


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