La agricultura, la ganadería y la pesca, son la base de la alimentación y por tanto de la salud pública. Comemos bien, comemos cada día, al menos en esta sociedad en la que tenemos la suerte de vivir, y siempre que es posible nos gusta hacerlo de una manera sostenible y satisfactoria. La agricultura es un pilar esencial de la economía rural y el mundo rural es esencial para la alimentación humana. Por tanto, sin mundo rural no comeríamos.
La agroindustria, la agroalimentación es el primer sector industrial de la economía de España y a veces esto se nos olvida y hay que insistir en que sin el mundo rural esto no sería posible. La agricultura que nos da de comer está en el “campo” y no en la ciudad. Esto puede objetar a un sector de la población que creen que los huertos urbanos y la agricultura periurbana resolverá el problema de la alimentación, pero pensamos que no es así. Entre otras cosas porque la investigación y la innovación agroalimentaria, que es permanente, garantiza la seguridad alimenticia.
Tenemos una Industria Alimentaria moderna, al mismo nivel que cualquier país europeo, y que cumple con los más estrictos requisitos de seguridad alimentaria.
Desde la ciudad se tienden a fabricar imágenes idílicas del mundo rural que tienen poco que ver con la realidad. Dice Jesús López Comenarejo en la editorial de la decana revista del sector “Agricultura” que ” Vivimos en una sociedad que vive en gran medida de espaldas a como producimos nuestra comida. El consumidor de a pie, prefiere quedarse con esa imagen bucólica del granjero con su azada al hombro en un campo de dibujos animados y con animalitos sonrientes que pasan por un monte verde bajo un sol que no quema. Y a nadie le interesa cambiarlo” Las tradiciones rurales están muy bien pero no puede pretenderse convertir el medio rural en un parque temático ni en un museo etnológico. El mundo rural debe estar tan vivo y activo como el urbano estando abierto, por tanto, a la innovación y a la tecnología. De hecho lo está. En este caso, el matiz debe afrontar la posición de quienes creen y pretenden hacer creer que el futuro está en el pasado. La agricultura lleva más de 10.000 años innovando. Solo nos falta seguir insistiendo en comunicarlo bien.